Guia para enteder al doninican

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Guia para enteder al doninican

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José Luis Taveras

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El dominicano, como todo caribeño, habla alto, rápido y cortado. La estridencia deriva de su emotividad que es una de las notas más prominentes de su carácter agitado. El razonamiento lógico no es su manera usual de persuadir sino el drama gestual; es su arma más poderosa de defensa. El dominicano no convence: ¡conmueve! Y lo hace a través de una parafernalia dramática que involucra el tono, los gestos, la altisonancia, las lágrimas y la reproducción de sonidos. Su locución es vivamente teatral: animada, colorida y onomatopéyica, en la que predomina la retórica corporal y del sonido de las cosas (Y se dio un matazo –ti tuá– que cayó redondo al piso –pun pun– y todo el mundo empezó a reírse –cua, cua, cua–). La impaciencia, otro atributo de su carácter, lo apremia a hablar rápido, en algunos casos de forma ininteligible. No conforme, recorta de forma atropellante las palabras: (Tamo mal pa’ la foto; po’ tá bien; ¿Tú tá quí?, “Él tá acotao”). Recuerdo en el pasado Mundial de Béisbol cómo algunos cronistas de las cadenas deportivas americanas bromeaban tratando de pronunciar el “ke lo ke” de los fanáticos dominicanos.